Los Caminos

EXPERIENCIA MÍSTICA

Los Caminos

Es de hecho y por definición un oximóron (figura que consiste en reunir conceptos contradictorios) intentar “definir objetivamente” la “inefable experiencia místi-ca”; ella es inefable porque no cabe, en su totalidad, en el contexto cognitivo en el cual se da el pensamien-to y el lenguaje lógico, la razón, algo bien reconocido por Stace:

“Resulta evidente que nuestra investigación sobre si los estados místicos tienen características comunes y empíricas; no podemos esperar ningún absolutismo universal o primor como en los modelos matemáticos… Cualquier escritor honesto y familiar con las experiencias místicas sabe que son totalmente irreconciliables las reglas ordinarias del pensamiento humano, que quiebran las leyes de la lógica”. Stace, W.T. en “Mysticism and Philosophy”.

Algunas restricciones apuntadas por Stace, en relación a la experiencia mística, son de nuestro punto de vista más basadas en interpretaciones y datos cultura-les de contextualización de que en la investigación de la experiencia en si – tal vez en las referencias en que él parece más apreciar y reconocer como siendo más “autorizadas” o tradicionales.

“Podemos levantar el cuestionamiento sobre si nuestra exclusión de las “visiones o voces” de la clase de los fenómenos místicos se debe a una decisión arbitra-ria, o se hay una buena razón para eso. La respuesta es que buenas razones pueden ser dadas. El punto principal es que las más típicas, como también las más importantes modalidades de experiencias místicas, no son sensuales, considerando que “visiones y voces ”tienen caracteres sensuales; los místicos cristianos y los hindúes están en completo acuerdo en este punto”. Stace, W.T. en “Mysticism an Philosophy”.

En la opinión de Stace la presencia de imágenes y voces y, por extensión, de colores organizados en formas de sonidos, ritmos, músicas (las imágenes, las visiones en general), “lo sensual” formal, de calidad definida, parece traer dudas sobre el valor místico de la experiencia – su legitimidad o pureza, intensidad, esencialidad – mientras que lo austero, lo silencioso, lo despojado, lo vacio, parecen ser señales más adecuados.

Para mi resulta obvio que la observación apunta más para las presuposiciones e influencias religiosas, teísticas y monásticas del autor que en la valuación en si.

En relación a la inducción de la experiencia, Stace ofrece una clasificación bipolar – experiencias “extrovertidas” e “introvertidas”:

“Experiencias espontáneas normalmente son del tipo “extrovertidas” aunque no invariablemente. Las experiencias adquiridas o cultivadas son normalmente cla-sificadas como “introvertidas”, porque hay técnicas especiales para eso – téc-nicas que difieren ligera y superficialmente en las diversas culturas. Hasta donde sé no hay ninguna técnica correspondiente para las experiencia “extro-vertidas”. Stace , W.T. en “Mysticism and Pholosophy”.

Está claro que la realización de una experiencia cuyo punto esencial es la ruptura de la dicotomía sujeto / objeto envuelve necesariamente la fusión de los elementos cognitivos (el lado subjetivo, interno) y perceptivos (el lado objetivo, externo) de la experiencia; eso tiende en un ultimo análisis, a desafiar cualquier intento de clasificación en terminos de pares.

Es interesante que la manera más espontánea, más natural es posiblemente más frecuente – de desencadenamiento de la experiencia mística es, en la opi-nión de Stace, aquella clasificada como “extrovertida”. En este punto estamos de acuerdo. Quiero, con todo, salientar que la creencia de Stace de que no existen técnicas de provocación “extrovertidas” apunta nuevamente para el universo selectivo de su casuística.

Está evidente que técnicas que parten del “exterior”, como técnica de la “plena atención” de la “contemplación” y técnicas cenestésicas, de “acción”, son igual-mente capaces de ser cultivadas, entrenadas, y de conducir la unión mística.

La contemplación de horizontes largos, de paisajes, de cielo nocturno, de flores; el enfoque intenso y concentrada en los in-flujos oriundos de los sentidos – esto es percibiendo con atención concentrada y admiración lo que se tiene de ver, sentir, oír, etc. – así como el envolvimiento in-tenso en acciones como correr, tocar, nadar, danzar, unión sexual, etc., son todas técnicas “extrovertidas y sensuales” útiles para desencadenar un estado de flujo, o fusión sujeto / objeto, con gran potencial de ser amplificado en unión mistíca.

Como práctica general de provocación, o inducción, la percepción puede ser “restringida y concentrada” o “ampliada y dilatada”; y esa praxis puede ser contextualizada y orientada “internamente” o “externamente”.

Tal vez podamos hablar en “caminos” o “vías”; en el caso, la “vía” interna, de los meditadores, de los filosofos, de los reclusos y teístas; por otro lado, la vía externa, de los contemplativos, de los artistas, de los naturalistas, de los panteístas.

Uso la palabra “contemplación” en el sentido de absorción de la vista y del espíritu; por ejemplo, en la belleza de una flor:

“Corriendo en la huerta, de repente me deparé con un lírio. Pare subitamente, fascinado por el brillo y belleza de ese ser floral. El azul intenso y el amarillo de la flor se expandia en cielo y sol en el universo creativo del niño, todo orquestado por el canto del sabiá y de la cigarra. Despertado por la lluvia, olvidado lo que debía coger, volví para mi madre: – ¡yo vi una flor! – ¡vete ya a buscar rabanetes niño!”.

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