LOS ESTADOS DE LA CONCIENCIA
EL ESTADO ORDINARIO DE CONCIENCIA (CAYPACHA)
Transe Conciencial
El estudio de las filosofías tanto orientales como occidentales, así como de otras tesis y exposiciones venidas de los campos de la psicología, de la sociolo-gía, de la antropología, revela la visión frecuentemen-te repetida de que el ser humano estaría en la mayor parte del tiempo apenas parcialmente consciente y que técnicas diversas como la meditación serían necesarias para “despertar” y dejar para tras el estado muchas veces insatisfactorio de conciencia considerado como “normal”.
El estado habitual seria apenas un estado de transe; la humanidad estaría durmiendo o hipnotizada por la cul-tura. Desde el punto de vista cultural, sabemos que el proceso de socialización resulta no sólo en la percep-ción de los objetos y eventos como de hecho son, sino también en la percepción de lo que no son.
Esta claro que no habría ninguna posibilidad de sobrevivir sin poseer algún grado de adecuación perceptiva, pero por otro lado es también obvio que la cul-tura, nuestro grupos de referencias inmediatas, raciales, nacionales, regionales, familiares, nuestros clubes sociales, afiliaciones religiosas, políticas, deter-minan considerablemente nuestros valores y sistemas de creencias, así como el tipo de cognición que seremos capaces de filtrar y elaborar, bien como la vali-dez de las categorías percibidas.
Entre cada ser humano y el resto del mundo existe una cerca invisible, un filtro hecho de pensamientos tradicionales y nunca desafiados – por que muchas veces semiconscientes o entonces por la simple falta de voluntad – a modular y destorcer la percepción, al punto de que lo que se percibe tiene muchas veces poco que ver con lo que de hecho ocurre.
Respondemos a una mezcla heterogénea hecha con algunas sensaciones, formadas por elementos directamente percibidos, acrecidos de símbolos e imágenes, impresiones y sentimientos, ideas preconcebidas, culturalmente con-dicionadas, en una producción creativa que entendemos como siendo “la verdad” o “la realidad”.
Cada evento es inmediatamente decodificado a la moda de filtro en uso y clasificado como siendo más un caso a reforzar e ilustrar una de las categorías de vivencia ya definida en el museo o acervo de las opciones culturalmente autorizadas.