La Manutención

EXPERIENCIA MÍSTICA

La Manutención

El mantenimiento de la experiencia e n si, en su acme, con toda intensidad, no es po-sible, por definición – esa fase de la expe-riencia es transitoria – tanto como no es posible permanecer en un estado de sorpre-sa intensa, o en un estado orgásticio todo el tiempo. Con todo, en algún nivel, el efecto de la experiencia, por haber sido intensa o repetida, es permanente, indeleble. Entre tanto, el efecto sólo será actuante, funcional, cuando sea llevado en consideración en todos los niveles del ser, e integralmente cultivado; para eso se deben implantar cambios en el día a día, con decisiones firmes y corajosas.

Todos saben que caer en el suelo o chocarse con objetos duros y cortantes due-le. Basta alguna repetición para que eso se vuelva bien claro y permanente-mente escrito en la fisiología general. No se precisa sentir dolor todo el tiempo, ni tampoco vivenciar la sensación de caer, para realizar todo de acuerdo con ese conocimiento. Por otro lado, nada impide conocer ese estado de cosa y con-tinuar siendo temerario, correr riesgo, ser imprudente de diversos modos y sufrir contusiones frecuentemente. Es una cuestión de opción de comportamiento.

La experiencia mística es libre, no obliga. La capacidad de mudar, para imple-mentar los efectos. Y el coraje para seguir una disciplina inductiva no son parte de la experiencia: precisan ser entrenadas. Una disciplina en busca de unidad implica un trabajo espiritual de armonización y resolución de conflictos entre los diversos aspectos de la experiencia de “ser humano” en el seno de la sociedad, de la cultura.

Nadie duda que la experiencia se conecta a un camino cognitivo, perceptivo, psíquico y neuronal – una neurofisiología. Una vez recorrido mística a la volun-tad. Establecidas las conexiones, la tendencia natural es obtener de nuevo la experiencia, por la misma vía o por otras semejantes. La experiencia puede ser reinducida, siguiendo los mismos procedimientos, o otros, y con el pasar del tiempo tiende a tornarse serena; el choque, la sorpresa inicial desaparece.

Nada impide que a la práctica de la inducción sea perfeccionada hasta ser capaz de provocar la experiencia mística sin problemas. Esta claro que no se trata de una repetición, sino de una reinducción, el estado en si será siempre creativo, aunque no más sorprendente en el sentido de “chocante”.

Con la práctica la experiencia puede encuadrarse en una base fisiológica com-patible con el cotidiano. Se es posible oír una música mientras se conversa con alguien, prestar atención a las dos cosas al mismo tiempo, debe también ser posible sentirse “uno”y continuar operando como estando separado (dos) al mismo tiempo.

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