Los Indígenas:
Está claro que la absorción e integración de las tecno-logías exotérica indígena, de las prácticas y memes (ver nota en “estado ordinario de conciencia”) de los chamanes, por la humanidad moderna, apunta en la dirección de la sacralización de la naturaleza – de una alianza del hombre a la naturaleza (el sacramento es una planta) – de una religiosidad más naturalista y muchas veces humanista.
Esa orientación peculiar se mantuvo continua y sin intervalo o ruptura en las culturas indígenas, y por eso, en este misterio en busca de la reintegración, los los indígenas son instructores, representan el nexo a transmitir la disciplina, los métodos y enseñanzas, necesarios para curar la esquizofrenia de la cultura ge-neral; actúan como terapeutas, como medicina.
Tal vez no sea sin fundamento – recordando las teorías homeopáticas de Ha-nemann, las “leyes” de la semejanza y similitud – que los chamanes fueron vistos por nuestra sociedad como siendo los “esquizoides”.
Siendo la intensidad de nuestra distinción severa – evidenciada por la magnitud y constancia de los conflictos y desencuentros registrados en nuestra historia – aparte de una doctrina (la doctrina de las florestas, de las planicies y de las montañas) precisamos también, para curar, de un remedio, una medicina; pre-cisamos de la doctrina junto con la medicina, como las dos columnas de un templo.
Por lo tanto, el remedio es natural, conducido por los indígenas – una tecnología indígena – y la orientación básica y peculiar de los indígenas. A los indígenas debemos mucho y profundamente agradecemos en todos nuestros rituales.