En muchas dimensiones, la naturaleza resplandece grandeza, misterios, diversidad y belleza. Magnifico en los cielos estrellados, en las olas del mar, en los colores de las flores y el cantar de los pájaros, el Universo inspira a la humanidad, haciendo brotar en el corazón sentimientos de paz, armonía, respeto, alegría y amor.
Reconociendo el universo como siendo la divinidad, es natural del Panteísmo cultivar sentimientos de reverencia, amor, acepta-ción y respeto para todos los seres en gene-ral y para la Naturaleza como un todo. Que comprender, aceptar y admirar la supremacía del Universo induzca a nosotros el deseo de tratar con cuidado y celo a la Naturaleza, a las plantas, a los animales y a nuestros semejantes.
Consagrando a la naturaleza, el panteísmo
rectifica importantes divisiones conceptua-
les – entre lo sagrado y el mundo, la religión y la ciencia – haciendo posible, una vez bien asimilado y comprendido, el surgimiento de tres tendencias en dirección a la unificación, a la creatividad y a lo ético.
UNIFICACIÓN, por el reconocimiento intuitivo y directo (o “religare” místico) de nuestra unidad con el Universo divino y todos los seres.
CREATIVIDAD, por nuestra absoluta e inmediata integración e identificación con el universo divino y creador.
ÉTICA, por la comprensión de que somos simplemente parte de la naturaleza y ciertamente no su centro, finalidad, motivo y propósito.