La experiencia

LOS ESTADOS DE LA CONCIENCIA
EL ESTADO AMPLIADO DE CONCIENCIA (HANANPACHA)

Comprensión por Experiencia

Desde el punto de vista de la experiencia sé que soy mi percepción, soy aquello en lo que aplico mi atención aquí y ahora. Aquello de lo que soy conciente de cierta forma, yo soy; sea de mi cuerpo, de mis pensamien-tos, de la belleza de la naturaleza, de las personas que amo; eso queda más evidente en momentos de absorción y meditación.

Cuando se esta máximamente atento, los limites subjetivos entre si mismos y lo que esta siendo enfocado se disuelven, en esos momentos extáticos no existen más diferencia entre lo que está siendo realizado, lo que está siendo vivenciado y percibi-do.

La flecha alcanza porque el arquero, la flecha y la meta se confunden, sólo la interconexión; en ese momento dejo de ser separado, soy uno.

La cima de la montaña

“Finalmente en la cima de la montaña, dejé de luchar, me rendí. Oí entonces una músi-ca no sé si real, tocando de hecho, o si vi-niendo de las esferas o del centro de la tierras – sentía el ritmo como nunca había ocurrido; cada nota parecía revelar un as-pecto de mi mente y un torbellino en el centro de un vértice de luz, azules, rojas, amarillas y verdes que sabia cruzando la montaña.

La espiral multicolor de luces, la mándala cósmica, me atravesó, aspirándome o esparciendo mi conciencia en las cuatro di-recciones. Pasé por una rosa de arco iris, un lirio, un niño dorado para finalmente vislumbrar las alas de un pájaro reflejándose a luz de la alborada.

El fluir del tiempo cesó; el espacio se dilató para contener todos los seres que surgían, evolucionaban y se disolvían en el infinito presente. Todo se disolvió en un silencio vacío, entendí que mi esencia era idéntica con la eterna esencia de todos los seres, que el universo entero se reflejaba en cada mente, que la separación era apenas una ilusión, un velo, en ese momento levantado.

En la inspiración, de nuevo las imágenes volvían, vi un dragón cósmico, o una ser-piente alada, o tal vez cargada por el cóndor, navegando por la nubes y dibujando astros y mundos repletos de seres, joyas y flores; la conciencia parecía infinita-mente plástica. En la expiración, de nuevo a las nubes y limites se disolvían junto con la ansiedad; yo sabia que nada tenia a temer. Percibí la capacidad de escoger mi experiencia.

Sentí un cariño profundo por los rayos de sol, por las nubes, por los seres del aire, del agua, por las plantas, por la tierra y todas las personas, me sentí completo y digno de aceptación, así como estaba. Volé por encima de las cordilleras, entendí los secretos y los misterios de las galaxias y de los átomos y por fin me sumergí en el vacío para, como un simple lagarto, tomar baño de sol en la planicie de Nazca.

Hoy mi aprecio por la vida cotidiana es profundo, siento que me volví más toleran-te frente a la ambigüedad; la interdependencia de los opuestos se demuestra claramente, los paradojas tienden a resolverse en equilibrio”.

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