Estado de Ser

Estado-de-ser: expressão cunhada no sentido de acentuar o conceito de que inexiste um ser separado de um estado, senão como hipótese, desafiando e desconstruindo, desta forma, o conceito dualista matéria versus espírito; rompendo o idealismo numa fenomenologia radical, de cunho existencialista, superando alguns psicologismos típicos da fenomenologia na sua fase inaugural; esvaziando, em termos, os discursos que põem em oposição consciência e corporalidade.

O CAMINHO DO SER

Caracterizamos a crise humana como uma imaturidade evolutiva estruturada por dois fatores vinculados: a escassez de conhecimento do ‘es’ (termo nietzschiano designando uma entidade metafísica situada mais profundamente na natureza humana do que o subconsciente freudiano) somado a uma disfunção de comunicação ou conectividade. Apresentamos um caminho tradicional à luz da ciência atual, exaltando o valor da Ayahuasca como ‘psicoconector’, uma medicina sagrada capaz de estabelecer conectividade entre as partes dissociadas catalisando um movimento em busca de uma mais plena utilização do Logos, da faculdade de conhecer. A Ayahuasca como um instrumento capaz, num uso adequado, de erradicar a ‘síndrome da Torre de Babel’, as disfunções de comunicação entre a função cognitiva e o sentimento; entre as fases ‘ergotropa’ e ‘trofotropa’ de funcionamento psiconeurológico.

No primeiro grau de dissociação, um sujeito angustiado torna-se excêntrico em relação ao meio (por introversão ou extroversão; hipoativo ou hiperativo), e, no segundo grau de dissociação, excêntrico em relação a si mesmo, por se desconectar do plano emocional, torácico, e, fechar-se no plano cefálico, no mundo dos símbolos; a razão afastada do coração, da afetividade, do bom senso amoroso. Tais dissociações geram e mantêm desacordos e desarmonias funcionais entre o indivíduo, o contexto e as diversas unidades cerebrais, com prejuízo significativo na área da criatividade. A conquista de um nível maior de concórdia, harmonia e equilíbrio, é uma aventura plena de testes e desafios. Tanto a metáfora da carruagem (de origem Hindu) quanto a metáfora do boi em 10 quadros (originada na cultura Zen budista) contam um pouco da aventura.

A carruagem é puxada por um cavalo, guiado por um cocheiro, a serviço de um dono. A situação mais dramática acontece quando ambos, o cocheiro e o seu patrão, estão dormindo. A viagem fica por conta do cavalo que simboliza as emoções desenfreadas. O estado de crise exemplifica este comando. Uma visão (de si mesmo no futuro) dá origem a uma emoção (angústia) que gera uma reação (defesa e fuga) que leva a um resultado (um buraco na camada de ozônio). Na metáfora do Boi, o peregrino, sem rumo na floresta, vez por outra observa as pegadas do animal.

Uma situação diferente acontece quando o cocheiro, já desperto, dirige o cavalo. O cocheiro representa os programas de funcionamento subordinados (porque não revisados) a reproduzir na vida o que já se foi. É a mesmice dos comportamentos previsíveis, condicionados, das respostas geradoras de resultados conhecidos. Na floresta, já na trilha, o indivíduo começa a lutar com o boi.

A situação de maior domínio acontece quando o dono da carruagem, já consciente da sua força criadora, comanda o cocheiro que dirige o cavalo na direção escolhida; é o reencontro da palavra perdida. O senhor da carruagem sabe até certo ponto – um ponto a se conhecer por experiência – ser a causa das suas circunstâncias. A vida passa a ser uma produção, mas o autor sabe a si mesmo ‘esquecer’, para viver como um simples personagem nos cenários por ele desenhados. Na metáfora do boi, o indivíduo, já sentado no animal, toca a sua flauta, absorto na grande perfeição. Ó boi e boiadeiro, por onde andam? Os raios de sol brilham no orvalho da manhã; a brisa toca a flauta de Pan no bambuzal.

Saber se conetar, em concordância e harmonia, em união mística, para ser o conjunto, a totalidade (ser o dono e o cocheiro, o cavalo e a carruagem, o caminho e o destino) é a meta. Talvez, seja suficiente deixar fluir, confiar na intuição, inteirar-se na realeza da natureza. Penso que o futuro não virá a oferecer valores essenciais diferentes dos disponíveis: o ser humano que vivia há milhares de anos não carecia tampouco destes mesmos valores. O objetivo final é simplesmente ‘existir’, pleno e completo, experimentar a essencialidade, o ‘es’, que paira acima do espaço tempo e das dicotomias. Indiferente aos níveis tecnológicos, esse caminho haverá sempre de passar por alguma disciplina meditativa.

EL CAMINO DEL SER

Caracterizamos la crisis humana como una inmadurez evolutiva estructurada por dos factores vinculados: la escasez de conocimiento del “Es” (termino nie-tzscheano que designa una entidad metafísica situada más profundamente en la naturaleza humana que en el subconsciente freudiano) sumado a una disfunción de comunicación o conectividad.

Presentamos un camino tradicional a la luz de la ciencia actual, exaltando el valor de la Ayahuasca como “psico-conector”, una medicina sagrada capaz de establecer conectividad entre las partes disociadas catalisando un movimiento en busca de una más plena utilización del “logo”, de la facultad de conocer. La Ayahuasca como un instrumento capaz, en un uso adecuado, de erradicar el “síndrome de Torre de Babel”, las disfunciones de comunicación más especificas del momento, entre la función cognitiva y el sentimiento entre las fases “ergo tropa” y “trofo tropa” de funcionamiento psico-neurológico.

El el primer grado de disociación el sujeto angustiado se vuelve excéntrico en relación con el medio (por introversión o extrover-sión; hipo-activo o hiperactivo) y en un se-gundo grado de disociación, excéntrico con relación a si mismo, por desconectarse del plano emocional, toráxico, y cerrarse en el plano cefálico, en el mundo de los símbolos; la mente alejada del corazón, de una afecti-vidad más amorosa, de sensatez. Está claro que esas disociaciones básicas generan y mantienen otras desconexiones secundarias; entre el individuo y el contexto; entre las diversas unidades cerebrales con prejuicio significativo del área de creatividad.

La conquista de un nivel mayor de concordia, armonía y equilibrio, es una aventura plena de pruebas y desafíos. Tanto la metáfora del carruaje (de ori-gen hindú) como la metáfora del Buey en 10 cuadros (originada en la cultura Zen Budista) cuentan un poco de la aventura.

El carruaje es empujado por un caballo, guiado por un cochero a servicio de un dueño. La situación más dramática ocurre cuando ambos, el cochero y su pa-trón están durmiendo. El viaje queda por cuenta del caballo que simboliza las emociones desenfrenadas. El estado de crisis ejemplifica este comando. Una visión (de si mismo en el futuro) da origen a una emoción (angustia) que gene-ra una reacción (defensa y fuga) que lleva a un resultado (un agujero en la camada de ozono). En la metáfora del Buey, el peregrino sin rumbo en la flo-resta, de vez en cuando observa las pisadas del animal.

Una situación diferente ocurre cuando el cochero, ya despierto, conduce el caballo. El cochero representa los programas de funcionamiento subordinados (porque no revisados) a reproducir en la vida lo que ya se fue. Es la “mismicie” de los comportamientos previsibles, condicionados, de las respuestas genera-doras de resultados conocidos. En la floresta, ya en el camino, el individuo co-mienza a luchar con el buey.

La situación de mayor dominio ocurre cuando el dueño del carruaje, ya concien-te de su fuerza creadora, comanda al cochero que conduce el caballo en la di-rección escogida; es el reencuentro de la palabra perdida. El señor del carruaje sabe hasta cierto punto – un punto a conocerse por experiencia – ser la causa de sus circunstancias. La vida pasa a ser una producción, pero el autor sabe a si mismo “olvidar”para vivir como un simple personaje en los escenarios por él imaginados. En la metáfora del Buey, el individuo, ya sentado en el animal, toca su flauta.

Saber conectarse en concordancia y armonía, en unión mística, para ser conjunto, la totalidad – ser el dueño y el cochero, el caballo y el carruaje, el camino y el destino – es la meta. Tal vez, sea suficiente dejar fluir, confiar en la intuición – y resumirse en la realeza de la naturaleza.

Pienso que desde el punto de vista de los individuos el futuro no vendrá a ofrecer valores esenciales diferentes de los ya disponibles; que el ser humano que vivía a millones de años carecía también de estos mismos valores. El objetivo final es simplemente “ser”, ser pleno y completo, experimentar la esencialidad, el “Es”, que paira encima del espacio tiempo y de las dicotomías. Indiferente a los niveles tecnológicos, ese camino tendrá siempre que pasar por alguna disciplina meditativa.

El buey y boyero, ¿por dónde andan? Los rayos de sol brillan en el rocío de la mañana; la brisa toca la flauta de Pan en el bambuzal.

Comments are closed.